Hábitos frecuentes que pueden perjudicar a las relaciones de pareja
Muchas veces nos preguntamos cuál es la clave del éxito de una relación de pareja, es decir, qué hace que dos personas mantengan un vínculo saludable que se estabilice y se prolongue en el tiempo.
Uno de los factores que intervienen en el logro de una conexión satisfactoria es aprender a fomentar hábitos positivos e identificar aquéllos que pueden perjudicar el curso de la relación.
Ésta, sin embargo, no es una tarea sencilla: muchas veces, las influencias culturales y / o familiares nos hacen adoptar, por costumbre y por imitación, unos modelos que no siempre resultan beneficiosos. Además, los medios de comunicación, a menudo, colaboran a difundir hábitos que pueden ser perjudiciales para las relaciones afectivas.
El artículo que os ofrecemos a continuación exponemos una recopilación de hábitos que, aunque los practicamos con asiduidad, pueden convertirse en tóxicos para cualquier relación.
1. Recordar periódicamente los errores cometidos en el pasado. A veces, cuando nuestra pareja ha actuado de una forma que no nos ha gustado, podemos tener la tendencia a guardarnos esta situación en una «lista mental», donde iremos añadiendo otras conductas que tampoco han sido positivas. Entonces, cuando se produce una situación tensa entre ambos miembros, puede aprovecharse el momento para recordar todas aquellas situaciones pasadas que nos han desagradado. Si las dos partes actúan de esta manera, es probable que caigan en un intercambio de anécdotas de momentos y de acontecimientos negativos que puede dar pie a una «guerra» para demostrar que ha habido una conducta poco considerada hacia el otro. Esto puede hacer que la relación se focalice en «hacer el menor número de errores posibles» en vez de «actuar, ambos, por el bienestar común de la relación».
Para evitar esta tendencia negativa es fundamental interpretar cada error cometido por el otro miembro de manera individual, es decir, evitar relacionarlos entre ellos y no tratarlos de forma acumulativa. Así, cada vez que se presente un hecho que no nos haya gustado, es recomendable hablarlo: saber cuáles han sido las causas que han provocado la situación, hacerle saber a nuestra pareja cómo nos hemos sentido y llegar a un acuerdo para que no se vuelva a repetir. Tenemos que ser conscientes de que comprometernos con una persona quiere decir aceptar quién es (en el pasado y en el presente). Si no somos capaces de aceptar y dar por cerradas situaciones previas, no estaremos aceptando a la persona que tenemos a nuestro lado.
2. Solucionar los problemas a base de regalos. A veces, cuando surge un conflicto o una discusión, parece que el camino más rápido para olvidarlo es a través de un regalo. La sorpresa y la sensación gratificante de recibir un obsequio puede provocar que la situación tensa quede difuminada en un primer momento. Aunque esta manera de afrontar conflictos puede resultar contraproducente: el problema no se resuelve, sino que queda «camuflado» y puede volver a surgir posteriormente y empeorar, ya que irá acumulando otros conflictos que tampoco han sido tratados adecuadamente. Además, puede sentar un precedente perjudicial para la relación: uno de los miembros puede dedicarse a provocar momentos de desacuerdo para obtener una recompensa, mientras que el otro puede sentirse culpable indefinidamente e interpretar que el único camino válido para superar el conflicto es a través de compensaciones materiales.
No debe olvidarse que la mejor forma de solucionar un problema, siempre, es hablándolo. Poder dialogar tranquilamente, de manera respetuosa, practicando la escucha activa, es la clave para alcanzar un acuerdo común y evitar que cualquier malentendido se haga más importante. Esto no quiere decir que, de vez en cuando, no puedan hacerse regalos fuera de eventos marcados en el calendario, sino que es importante que estos obsequios se hagan desde la ilusión y la práctica desinteresada. Es decir, que no sean moneda de cambio para superar un bache en la relación.
3. Interpretar los celos como una manifestación de amor. Los celos, a menudo, se han definido culturalmente como un termómetro del amor que se siente hacia la otra persona: experimentar muchos celos significa amar mucho la pareja. Pero revisarle el móvil, leer los e-mails que envía o recibe, escuchar las conversaciones telefónicas o incluso controlar sus horarios o seguirla no tiene nada que ver con amar la pareja. En cambio, pone de manifiesto una actitud controladora y transmite una falta de confianza hacia el compañero / a y hacia sí mismo.
Hay que tener en cuenta que una relación debe fundamentarse en la confianza mutua: si existe algún miedo o duda es mejor hablarlo, en vez de desarrollar conductas de hipervigilancia que terminarán enfriando la relación. Aunque tener algún momento puntual de celos controlables es natural, pasa a ser perjudicial cuando implica la pérdida de confianza en el otro. Una relación debe interpretarse como una decisión que han tomado libremente ambos miembros de estar juntos y de establecer un vínculo recíproco. Si una o ambas partes no confían en esta conexión, es muy probable que la relación no tenga continuidad.
4. Creer que la pareja tiene que adivinar nuestros sentimientos. Muchas veces damos por hecho que nuestra pareja tiene la habilidad de saber cuál es nuestro estado de ánimo en todo momento o de conocer nuestra opinión sin habérselo comunicado previamente. Según esta creencia, si vemos que no actúa de acuerdo a cómo nos sentimos o pensamos, podemos correr el riesgo de enojarnos con él / ella y considerarla una persona poco empática o implicada, lo que será el origen de muchas frustraciones y malentendidos entre ambos miembros.
Debemos tener en cuenta que, aunque tengamos una relación muy estrecha y de larga duración, esto no implica que podamos predecir todo lo que le ocurre al/la nuestro/a compañero/a. La mejor forma de asegurarnos que sabe cómo nos encontramos es comunicarle directamente: explicarle cuáles son los deseos, los miedos, opiniones, pensamientos, … abiertamente. Sólo así podrá conocerlos con certeza y ofrecernos el apoyo que podamos necesitar.
Esperamos que estas propuestas os ayuden a identificar y eliminar hábitos que pueden interferir con el buen curso de una relación de pareja. Es importante tener presente que todos los vínculos afectivos se construyen a través del respeto, la confianza y la comunicación: poder hablar abiertamente de las dudas, los malentendidos, las emociones, … hará que sea más fácil superar los obstáculos que puedan surgir en el camino.
Escrito por Judit Lachica Bravo
Psicóloga de SamSara
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