¿Cómo entramos en sintonía con la vida?
La sociedad actual hace que el ritmo de nuestro día a día sea un cúmulo de responsabilidades que hay que superar, muchas veces sin pensar si lo que hacemos nos satisface a nivel personal. ¿Te has planteado si tu vida te llena, cuál es tu propósito, tu sueño? Según la terapeuta Luz Rodríguez, el 83% de las personas que entrevista responde “No lo sé”, el 14% “Hacer felices los hijos”, “Tener pareja” o “Tener dinero” y solo un 3% tiene un sueño concreto, relacionado con las capacidades propias y al servicio de un bien superior.
Esta carencia de objetivos es la consecuencia de una falta de sintonía o “desconexión” con la vida. Según Carl Jung, la desconexión proviene mayoritariamente de un trauma en la vinculación con los padres o del error en la imagen que nos formamos de ellos. Además, existe un periodo temprano crítico que posibilitará o dificultará que de adultos lleguemos a esta sintonía con la vida: la gestación y el nacimiento.
El mensaje que recibe el feto cuando se encuentra en el vientre es proporcional a las vivencias que experimenta la madre. Si la madre se siente ansiosa, deprimida o estresada, le transmite el mensaje que la vida es peligrosa: esto se traduce químicamente y queda grabado a nivel celular en el desarrollo fetal.
La ansiedad materna reduce el flujo sanguíneo aportado al feto a través de la placenta, lo que provoca que tenga menos disponibilidad de nutrientes para formarse. Por otro lado, altos niveles de cortisol liberados en momentos de estrés materno se han relacionado con un menor cociente intelectual del futuro bebé.
¿Cuándo empieza el feto a sentir?
Varias investigaciones en los EE. UU. indican que se empieza a sentir a partir de las 20 semanas de gestación, cuando se produce la conexión entre la médula espinal y el tálamo (base cerebral).
La investigación realizada en el Instituto Marqués (Barcelona), concluye que el feto responde a estímulos auditivos desde las 16 semanas. Estas experiencias auditivas que acumula durante el embarazo lo ayudan a desarrollar el sistema inmune. Son, pues, fechas importantes para empezar a estimular de manera positiva la formación de la criatura.
Por otro lado, si la madre se acaricia el vientre, el futuro bebé experimenta una sensación de placer que incrementará la secreción de hormonas potenciadoras del vínculo emocional. Todo lo que recibe el feto a través del cordón umbilical deriva de la percepción materna, y acabará siendo la base de sus primeras relaciones con los otros.
El nacimiento
Cuando el bebé nace y se corta el cordón umbilical, existe un cordón psicológico que hay que mantener para favorecer el proceso de vinculación. Afortunadamente, en la actualidad estas consideraciones se tienen muy presentes con la práctica del “piel a piel”entre la madre y el recién nacido. Así pues, el primer contacto con el mundo exterior llegará bajo la protección del cuerpo de la madre.
Si este vínculo materno no se genera existe el riesgo que el niño tenga dificultades en la hora de relacionarse con la realidad física, tal y como han demostrado varios experimentos clásicos con monos de Harlow y que posteriormente se han replicado con seres humanos.
Durante partos largos y/o con complicaciones, el estrés también se transmite a la criatura. En dicha situación, aún será más importante establecer un vínculo estrecho madre-bebé para compensar la difícil bienvenida al mundo.
En resumen: si queremos crear una sociedad llena, conectada y en sintonía con la vida, hay que “trabajar” ya desde la etapa gestacional de las futuras generaciones que vendrán.